— ¿Qué trato deberían recibir los supervivientes de las violaciones de los derechos humanos?

Defensora de los derechos humanos yazidí, nacida en Irak, Nadia Murad ganó el Premio Nobel de la Paz y, desde septiembre de 2006, es la primera embajadora de buena voluntad por la dignidad de los supervivientes del tráfico de personas de Naciones Unidas. En 2014 fue secuestrada y retenida por Estado Islámico. En 2017 publicó la novela autobiográfica Yo seré la última. Ha ganado el Premio Sájarov por la Libertad de Conciencia y el 37º Premio por la Paz de la Asociación por las Naciones Unidas.

Desde 2016 es primera embajadora de buena voluntad por la dignidad de los supervivientes del tráfico de personas de Naciones Unidas y en 2018 recibió el Premio Nobel de la Paz. ¿Cómo le han cambiado la vida estos reconocimientos?
Nunca me propuse ser una defensora de los derechos humanos. Esta no era la vida que había soñado para mí. Pero a raíz del genocidio que sufrí como yazidí –en el que los combatientes de Estado Islámico asesinaron a seiscientas personas, incluidos seis hermanos y hermanastras mías, y a las mujeres más jóvenes nos cogieron como esclavas– todo cambió. No podía dejar que el mundo olvidara lo que les había ocurrido a mis amigos y familiares. Ni siquiera podía sostener el hecho de sacar adelante mi vida de estudiante cuando chicas que conocía todavía estaban secuestradas por Estado Islámico y sometidas al indescriptible horror de la violencia sexual. Así que decidí contar mi historia con la esperanza de que el mundo actuara.

¿Y funcionó?
Mi experiencia como superviviente y refugiada me ha permitido conectar con mujeres y niñas de todo el mundo que han sufrido situaciones similares. Sin embargo, mi familia es el principal motor de mi lucha. Fue destrozada por el genocidio, y ninguna otra familia debería soportar esto. Hago ese trabajo para ellos.

¿Cuáles son los mayores retos relacionados con los derechos a los que se enfrentan hoy los yazidíes y otros grupos minoritarios en Irak?
Mucho antes del genocidio cometido por Estado Islámico, los yazidíes y otras minorías ya eran discriminadas en Irak. Éramos pobres, no aparecíamos en ninguno de los libros oficiales sobre nuestro país y muchos iraquíes nos trataban con desconfianza. Como comunidad etnoreligiosa minoritaria, habíamos sufrido muchos ataques. Por desgracia, actualmente, uno de los mayores retos a los que todavía se enfrentan los yazidíes en Irak, pese al genocidio, es que el gobierno iraquí no nos considera una prioridad. No quieren que preservemos nuestra cultura y patria. Aún tenemos que luchar contra muchos prejuicios. Una campaña reciente de discursos de odio procedente tanto de Irak como del Kurdistán está ahuyentando a los pocos yazidíes que quedan y nos demuestra que todavía nos queda mucho camino por recorrer.

“Las mujeres deben estar en el centro de la consolidación de la paz y de la reconstrucción de las sociedades postconflicto”

De las iniciativas o campañas que ha impulsado para concienciar sobre las atrocidades cometidas por Estado Islámico, ¿cuáles destacaría?
Trabajé con la misión alemana ante Naciones Unidas para aprobar la Resolución 2467 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que amplía los compromisos para poner fin a la violencia sexual en los conflictos. También ayudé a redactar la Resolución 2379 del Consejo de Seguridad, que estableció el Equipo de Investigación para Promover la Responsabilidad de los Crímenes Cometidos por Estado Islámico. También he estado trabajando con Amal Clooney para defender un sistema judicial híbrido y así intentar que más soldados de Estado Islámico sean condenados. Y, me complace decir que, mientras este trabajo está en curso, tanto Alemania como Países Bajos comienzan a procesar a miembros de Estado Islámico por genocidio. No es poco.

¿Qué medidas hay que adoptar para garantizar la protección y el apoyo de los supervivientes de la violencia sexual y el tráfico de seres humanos?
En primer lugar, cuando se habla con los supervivientes, los investigadores y periodistas que quieren realizar entrevistas deben adherirse al Código Murad, que es un marco centrado en ellos. En segundo lugar, los supervivientes de los conflictos relacionados con la violencia sexual y el tráfico lo pierden todo y necesitan reparaciones significativas. Esto significa justicia, apoyo psicosocial, refugio y dinero para reconstruir sus vidas. Incluso cuando los supervivientes escapan de sus captores o huyen de una zona de conflicto no están seguros enseguida. Hay que hacer mucho más trabajo para proteger a los yazidíes y otros grupos de la explotación y el peligro que corren en los campos de refugiados.

¿Cómo puede la comunidad internacional ayudar y apoyar los esfuerzos para proporcionar justicia y rehabilitación a los supervivientes de las violaciones de los derechos humanos?
Los países occidentales como España deben empezar a asumir la responsabilidad de ciudadanos suyos que vinieron a mi país para aniquilar y violar a mi comunidad. Esto significa perseguir a estos terroristas y a sus supuestas esposas. Han pasado casi nueve años del genocidio y la justicia ha estado dormida durante demasiado tiempo. Durante estos años, junto a mi amigo y colega ganador del Premio Nobel de la Paz Dennis Mukwege, he estado haciendo campaña a favor de reparaciones significativas para los supervivientes de la violencia sexual relacionada con el conflicto. Las reparaciones son una forma de justicia y la comunidad internacional debería empezar a ofrecerlas.

¿Existe algún país que pueda servir de ejemplo?
Hace poco estuve en Ucrania, donde se cree que siete mil personas han sido víctimas de violencia sexual relacionada con conflictos. Tanto el presidente, Volodímir Zelenski, como la primera dama, Olena Zelenska, han sido increíblemente proactivos a la hora de cuidar a los supervivientes y ahí yo defendí que las reparaciones son un paso significativo y tangible que deberían dar.

¿Existe algún cambio político específico o reformas jurídicas que crea necesarias para abordar las cuestiones sistémicas que contribuyen a las violaciones de los derechos humanos?
Las mujeres han sido víctimas de la guerra librada por los hombres desde el principio de los tiempos. Basta con leer la Ilíada de Homer, una de las obras literarias más antiguas del mundo. En su argumento se cuenta la historia de una esclava tomada durante una guerra por los llamados héroes del poema. Esto fue hace miles de años. Es trágico que, a pesar de todos los avances que la humanidad ha hecho, desde la medicina hasta la tecnología, las mujeres seguimos siendo maltratadas como si viviéramos en tiempo de guerra.

Y, ¿cómo se mejora esto?
Aparte de la respuesta obvia, que es garantizar que no haya impunidad para quienes cometen estos delitos, los pasos que el mundo debe dar para garantizar que no se abuse sexualmente de las mujeres en tiempo de guerra implican educación e igualdad. Debemos abordar los retos sistémicos a los que se enfrentan muchas mujeres del mundo, desde Irak a Etiopía pasando por Sudán y la República Democrática del Congo. Debemos combatir el sesgo de género y los estereotipos que existen en nuestros hogares, en nuestras familias y en nuestros sistemas educativos. Debemos enseñar a los niños una historia imparcial para que no crezcan con una visión unilateral del mundo. Las mujeres deben ser escuchadas. Tienen que estar en grandes oficinas de poder en todo el mundo abogando por las soluciones socioeconómicas que harán del mundo un lugar más justo. Cuando en 2018 fundé la organización Nadia’s Initiative, quise centrarme en dar poder a las mujeres a través de soluciones sostenibles. Crear un entorno para las comunidades y especialmente para mujeres y niñas para que puedan volver a casa. Cuando se nos considere fuertes, cuando se nos considere iguales, cuando nosotros tengamos también poder social y económico, será mucho más difícil para los hombres convertirnos en víctimas de sus guerras.

¿Ha visto algún progreso en cuanto a la rendición de cuentas de los autores de los crímenes cometidos contra los yazidíes y otras comunidades? ¿Qué más cree usted que se puede?
Han pasado nueve años desde que Estado Islámico asesinó y violó a la gente de Sinjar, la región del norte de Irak donde yo vivía, utilizando la esclavitud y la violencia sexual como un arma premeditada con la que aniquilar al pueblo yazidí. Aunque me complace ver que estados como Países Bajos y Alemania asumen la responsabilidad de sus ciudadanos que se han alistado en las filas de Estado Islámico, esto debería haber ocurrido mucho antes y debería suceder también en Irak. Como iraquí, me parece increíblemente triste que el país todavía tenga que pedir cuentas a los miembros de Estado Islámico por el genocidio y la violencia sexual contra mi pueblo. Porque el mundo nos ha dado la espalda, las mujeres y las niñas siguen siendo objeto de una terrible violencia sexual en zonas de conflicto. Un juicio o dos no son disuasorios. Hasta que los miles de combatientes de Estado Islámico que nos esclavizaron y abusaron de nosotros no sean llevados ante la justicia, la comunidad internacional está dando luz verde a otros para que actúen por igual. Lo vemos en las guerras de Sudán y de Ucrania, y no podemos seguir permitiendo que la violencia sexual y la esclavitud sean un efecto secundario aceptado de la guerra. La justicia contra Estado Islámico no puede retrasarse ni un minuto más.

¿Cómo conseguir un equilibrio entre la búsqueda de justicia para los supervivientes y la promoción de la reconciliación y la curación dentro de las comunidades afectadas?
No es un juego de suma cero. De hecho, no puede tenerse reconciliación y curación sin justicia. ¿Cómo puede continuar su vida una superviviente yazidí, sabiendo que quien la atacó puede andar por su calle en cualquier momento? Hasta que los miembros de Estado Islámico no sean considerados responsables y el mundo reconozca el papel que la violencia sexual desempeñó en el genocidio, la comunidad yazidí no podrá curarse. Hay que escucharles y ayudarles a sentirse seguros.

¿Qué papel diría que desempeña la educación y la sensibilización en la prevención y la lucha contra los abusos de los derechos humanos, especialmente en las regiones afectadas por el extremismo?
Los niños deben ser educados en la tolerancia y deben tener modelos de igualdad y equidad desde el primer día. Es necesario impartir en las escuelas una versión imparcial de la historia para que podamos aprender de los errores del pasado y garantizar ampliamente el acceso a la literatura de otros países y culturas. La educación debe enseñarnos esperanza y coraje para que todo el mundo pueda creer que vale la pena intentar cambiar el mundo.

Como galardonada con el Premio Nobel de la Paz, ¿qué mensaje le gustaría transmitir a los gobiernos y organizaciones de todo el mundo sobre la importancia de los derechos humanos y la protección de las comunidades vulnerables?
Lo que siempre les he dicho: no pueden permitirse no proteger a las comunidades vulnerables. Todos somos humanos, todos lloramos y reímos y nos preocupamos. No existen comunidades más importantes que otras. Si no protegemos los derechos de una comunidad, damos carta blanca para mayores abusos de los derechos humanos. Mira lo que ha ocurrido en Ucrania: los soldados rusos están violando sistemáticamente a miles de mujeres y niños ucranianos con el objetivo de romper el país. Sin embargo, saben que probablemente nunca les exigirán responsabilidades por estas acciones porque esta no es la prioridad. Estado Islámico salió impune de la situación en Irak, así que, si la comunidad internacional no trabaja rápidamente para documentar sus crímenes y está lista para perseguirlos lo antes posible, ya no podrán hacerlo.

¿Las personas que quieren apoyar la causa de los derechos humanos y contribuir a un cambio positivo que produzca un impacto significativo cómo se pueden implicar en esta lucha? ¿Qué le diría?
No necesitamos más pensamientos ni oraciones. Tampoco más palabras. Necesitamos actuar y hacerlo ahora mismo. No podemos quedarnos parados mientras se abusa sexualmente de más mujeres y niñas. El ciclo no terminará hasta que actuemos… ¿y en qué lugar queda nuestra sociedad cuando no lo hacemos? Así pues, la gente puede ayudarnos a luchar por la justicia pidiendo responsabilidades a sus políticos, escribiéndolos. Llamando a sus puertas.

¿Y qué más?
Para detener esta espiral necesitamos igualdad de género. En casa, en las aulas, y también en el trabajo. Las mujeres deben ser iguales. Por tanto, hay que enseñar a los hijos que, desde que nacen, las mujeres son tan importantes como los hombres. A los padres y madres les digo: eduquen a sus hijas y manténgalas escolarizadas el mismo tiempo que sus compañeros masculinos. Elija mujeres para ocupar las posiciones de poder, y, sobre todo, ¡no se rinda nunca!

¿Cuál debe ser el papel de las mujeres a la hora de promocionar los derechos humanos y consolidar la paz, especialmente en las sociedades postconflicto?
Las mujeres deben estar en el centro de la consolidación de la paz y de la reconstrucción de las sociedades postconflicto. Por eso, en Sinjar, la organización Nadia’s Initiative gestiona proyectos de empoderamiento de mujeres, dirige programas de incubadora de pequeñas empresas propiedad de mujeres y ha financiado clases para la educación superior para mujeres.

Si miramos hacia delante, ¿qué objetivos se marca de cara al futuro, tanto para su comunidad como a escala global?
Lo que quiero es una solución sostenible para los refugiados y personas desplazadas internamente. Las estadísticas son escandalosas: hay más de cien millones de personas desplazadas en todo el mundo. Y ese número no parará de crecer. Pero no podemos mantener a la gente encerrada en campamentos desesperados, peligrosos y desolados y donde no hay seguridad ni esperanza. Este sistema es peligroso y puede explotar. No funciona para nadie. Por tanto, me gustaría que los países trabajaran juntos para reconstruir y rehabilitar los países postconflicto para que los refugiados puedan rehacer la vida.

¿Existen contradicciones entre los derechos humanos? ¿Algunos derechos deben prevalecer sobre los demás?
No lo hay. Todos los ciudadanos del mundo deberían poder gozar de los derechos humanos. Esto no significa que deba permitirse a los asesinos y violadores pasear por las calles con impunidad, pero sí significa que todo el mundo merece ser tratado de manera justa y digna.

Deixa un comentari

L'adreça electrònica no es publicarà. Els camps necessaris estan marcats amb *